El bandido y rebelde fronterizo

A juicio del folclorista chicano Américo Paredes, debe revalorarse la importancia de una tradición corridística germinada entre Texas y el noreste de México. Esto debe ser enfocado tomando en consideración la raíz del conflicto social y cultural entre el ranchero –y el indígena mexicano– con el migrante colono anglosajón que empieza a tomar control del territorio desde inicios del siglo XIX. Como es sabido, la tensión eventualmente forzó la Independencia de Texas y progresivamente escaló hasta concluir con los tratados Guadalupe-Hidalgo y la actual frontera norte, establecida por los Estados Unidos. De este contexto, señala Paredes, un corrido trágico y rebelde va a emanar de “las experiencias diferenciadas” del pueblo mexicano asentado en “los dos Méxicos”; es decir, el interno que alude a los habitantes del país, y el de afuera, formado por las personas de origen mexicano residentes en los Estados Unidos (citado en Valenzuela 28). También como lo hicieron en la Independencia, los jarabes registraron “novedades” que aludían a este conflicto, basándose en las peleas contra los indios, las carreras de caballos y los triunfos y tragedias locales (Paredes 22). Es en esta región donde van a surgir inicialmente las primeras formas claras de heroísmo picaresco transnacional, representados en las figuras del rebelde fronterizo y el bandido contrabandista[1] como sujetos de desafío contra las autoridades estadounidenses, encarnadas en los Rangers de Texas[2] o “rinches”como lo nombran los corridos conservados. En consecuencia, esta fuerza policial inicialmente había sido organizada para preservar “el orden” a nombre de los magnates anglosajones del ganado y fue en el contexto de esta inédita frontera donde emergieron nombres de los que se conservaron sus leyendas y se cantaron sus hazañas, tales como Gregorio Cortez, Juan Nepomuneco Cortina o Aniceto Piñaza, héroes de tragedias que se agenciaron como justicieros “por desquite” ante una afrenta de injusticia cometida por los rinches, actos que se traducían ya fuera en la muerte de un hermano, de una esposa o de otro ser querido.

***Fragmento***


[1] El bandidaje es un fenómeno que surge con ahínco en el siglo XIX; sin embargo, Vanderwood agrega que el México colonial también los tuvo, pero de número escaso. Descubrió pocos procesos de lo criminal por bandolerismo, llegando más bien a concluir que la Acordada, el órgano militar del virreinato funcionaba más bien como “un instrumento de control político centralizado que de cumplimiento de la ley” (45).

[2] El “rinche” ganó un nombre a lo largo de la frontera, derivada de “Texas Ranger”, tal como señala Paredes, “el rinche” es una palabra importante en el folklore de la frontera. (Paredes 30).