El regreso del narcocorrido al banquillo de los acusados

Muchos hechos se han venido acumulando en los últimos dos meses para llegar acá. Y acá no es un lugar nuevo: el narcocorrido mexicano ha vuelto a la palestra pública para ser juzgado moralmente, señalado con el dedo por su delito más repetido: su apología al narcotráfico.

Pero no estamos hablando de una canción, sino de una coyuntura política y cultural explosiva. En medio de la antesala del segundo mandato de Donald Trump, la relación entre EE. UU. y México ha vuelto a tensarse: amenazas de aranceles, declaraciones ejecutivas para declarar terroristas a los cárteles mexicanos, y hasta la humillación simbólica de renombrar territorios marinos en el Caribe.

México ha respondido. En un gesto de alineamiento con Washington, extraditó a 28 capos, incluyendo a los hasta hace poco “inextraditables” hermanos Treviño Morales, líderes de Los Zetas, y al trofeo más codiciado por la DEA desde hace cuatro décadas: Rafael Caro Quintero, acusado del asesinato del agente Enrique “Kiki” Camarena en 1985.

Al mismo tiempo, Los Chapitos, herederos del Chapo Guzmán y actuales líderes de una facción del Cártel de Sinaloa, se han convertido en enemigos públicos número uno del gobierno estadounidense, acusados de alimentar la crisis del fentanilo, una droga que ha provocado más de 100,000 muertes anuales por sobredosis desde 2020.

Y como si fuera poco, en Jalisco se descubrió el rancho Izaguirre, un lugar envuelto en debate entre si fue campo de exterminio o de entrenamiento paramilitar forzado.

Entonces, ¿por qué culpar al corrido?
Porque alguien tiene que pagar los platos rotos.

El detonante fue un concierto: Los Alegres del Barranco proyectaron imágenes del Mencho (CJNG) y del Chapo en el Auditorio TelMex de Guadalajara. Resultado: cancelación de visas y acceso a EE. UU. bloqueado para la agrupación. Un castigo por lo que algunos califican como un “resbalón inocente”. Inocente, pero torpe. Celebraron al lider de los acontecimientos en el rancho Izaguirre. Luego, Los Alegres del Barranco celebraron públicamente ser mencionados por su apología al crimen organizado… en Las Mañaneras, el programa presidencial más visto en YouTube. Un lugar poco estratégico para hacerse los distraídos.

Desde entonces, los medios se han volcado a entrevistar a especialistas para preguntar:
¿Qué debe pasar con los narcocorridos? ¿Son apología del crimen? ¿Por qué no se pueden erradicar?

Uno de los nombres más citados ha sido el del Dr. Juan Carlos Ramírez-Pimienta, profesor en San Diego State University (Imperial Valley) y sin duda, el mayor experto en corridos transnacionales, México-USA. De quién su respuesta ha sido clara:

“Sí, los corridos son apologéticos. Pero también son muchas cosas más.”

Ramírez-Pimienta recuerda que los corridos han sido fuentes históricas más reveladoras que muchos informes oficiales. Y no lo dice por decir: durante la “Guerra contra el narco”, esos informes oficiales fueron redactados por personajes hoy encarcelados en EE. UU., como Genaro García Luna, arquitecto de la estrategia militar de Felipe Calderón.

¿Se deben prohibir los narcocorridos?
El académico responde con experiencia: no deben prohibirse, sino regularse. Como se regulan las películas, los programas de televisión, o el acceso a ciertos contenidos para menores.

“No hay una razón para que en un autobús de pasajeros, en un camión urbano… un niño tenga que escuchar estas canciones .” – afirma.

A favor de su circulación: El corrido es un espejo, no la causa. Es reflejo de una sociedad marcada por la violencia, la desigualdad, la corrupción, y el abandono institucional. Castigar al espejo por lo que refleja es una trampa peligrosa.

Pero también hay que tomar en cuenta que aunque se censuró el corrido en su época analógica, esto no no fue suficiente para exterminársele. El corrido circuló libremente en vinilos, cassettes y CDs. ¿Por qué prohibirlo ahora, justo cuando su distribución es más global y democrática?

Y ahí está el punto clave. ¿Cómo se puede prohibir algo justo cuando está viviendo su época dorada, encabezando listas globales de música, fusionado con géneros como el trap y el reggaetón, y ganando millones de reproducciones? ¿Cómo se le puede imponer al reinado de la cultura vernácula? El corrido, guste o no, es parte de la cultura popular mexicana. Prohibirlo sería negar un síntoma, no curar la enfermedad.


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