Antes de la guerra, ya había amor. Antes de que los comandos de La Mayiza y La Chapiza pelearan, amaban. Los comandos estaban “al pendiente de los radios”, preparados para cualquier movimiento, pero en la narrativa musical no había guerra, solo la presunción de poder bélico, anécdotas de cotidianidad y ostentación: deportivos, cuadradas, Porschetta Cayenne. Los corridos tumbados y bélicos eran, en esencia, corridos de patrullaje, similares en estructura a los corridos perrones de los 90 (ej. La Piñata), donde la fiesta, el alcohol, las drogas y la acumulación de éxitos (“flete tras flete, coronar”) dominaban el relato.
El corrido tumbado, sin embargo, trajo consigo una excesiva pretensión de poder masculino, donde las mujeres eran trofeos. Si un trofeo se escapaba, el ganador se ahogaba en alcohol hasta olvidar. Y cuando llegaba el momento de conquistar otro, la “lavada” marcaba la diferencia: mejor si era “triple lavada” o “polvo rosa”. Temas como TQM, Lady Gaga, Santal 33, Mexican Flan, Mami o El Lokerón reflejan esta tendencia.
Pero entonces estalló la guerra entre Los Mayos y Los Chapos, y el corrido bélico quedó en mute mode. Los artistas quedaron atrapados entre el limbo y “la bandera”, mientras los comandos abandonaban a sus trofeos para pasar a la clandestinidad. La belicada musical dejó de producir en Sinaloa y se refugió en Jalisco. Presidente se convirtió en el único corrido bélico que realmente impactó en el último trimestre de 2024.
Sin saber cómo abordar la nueva realidad de los comandos, los artistas han dejado la belicada en pausa y han desplazado sus producciones hacia el tumbado romántico o erótico. Las canciones han dejado atrás el corrido para enfocarse exclusivamente en los trofeos: Por esos ojos (Fuerza Regida), Niña (La Cuatiza), Morena (Netón Vega & Peso Pluma). Los corridos ya no patrullan; ahora seducen.
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