Existen diversas formas de interpretar la figura de Rodrigo Aréchiga Gamboa, conocido como “El Chino Ántrax”, dentro del panorama público de la narcocultura. Sin embargo, existe consenso cultural y periodístico en que su aparición pública ocurrió en 2008. Según el periodista Martín Durán, “Corría el violento 2008 cuando en Culiacán se supo de la existencia de ‘El Chino Ántrax’. Las únicas crónicas de aquel tiempo son los narcocorridos, que dejaron constancia de que Aréchiga Gamboa entró al quite en la guerra que se habían declarado los grupos de narcotraficantes que estaban aglutinados en el cártel de Sinaloa”. Ese mismo año es clave para su relación con Vicente Zambada Niebla, El Niño o Vicentillo, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada.
En medio de la fractura del Cártel de Sinaloa, padre e hijo confiaron a “El Chino Ántrax” el resguardo de Culiacán, en su disputa contra los Beltrán Leyva. Los corridos reflejan esta validamiento:
“Empezó con Los Mayitos,
Se conocen de plebillos,
Es por eso que son muy buenos amigos.
De ahí se fue relacionando,
Su valor fue mencionado
Desde joven anduvo al lado del Niño.
Dos mil ocho no se olvida,
Fue cuando cambió la vida
De Rodrigo, el famoso Chino Ántrax.”
(“El famoso Chino Ántrax”, Lenín Ramírez).
Aunque inicialmente fue un personaje de fondo en los llamados “corridos enfermos”, su protagonismo creció en los corridos alternativos, especialmente en los de Geovani Cabrera. Este tipo de corridos buscó estilizar la narrativa del narcotráfico, alejándose del realismo gráfico y apostando por un lenguaje metafórico vinculado a la tradición sinaloense. A diferencia de figuras como “El Ondeado”, que mezclaban el buchón rural con lo urbano, “El Chino Ántrax” se distinguió por una estética cosmopolita, inspirada en la mafia de Miami y la figura de Tony Montana.
Geovani Cabrera fue decisivo en la construcción de esta imagen con temas como “Comandante Ántrax” (2009) y “Scareface Renacido” (2010). En una entrevista, Cabrera afirmó que “El Chino Ántrax enarboló la imagen del narcotraficante sinaloense y la cambió […] usó ropa carísima que nadie conocía aquí; viajaba a lugares como los Emiratos, París, España, y le gustaba presumir esos viajes”. La canción “Comandante Ántrax” consolidó esta visión estética y simbólica, destacando su poder y lealtad hacia la familia Zambada:
“Llega marcando su fuero,
De sport o de negro y la Z en la piel,
De religión las granadas,
Y un cara cortada al estilo Scarface.
A la diestra del padrino,
Quemando casquillos defiende el legado,
Es un joven comandante que aprecian los grandes.
El Chino viene de oriente,
5.7 clave de peligro,
No se vayan a enfermar que por Culiacán, anda suelto el virus.”
La narrativa de sus corridos no solo enfatiza la violencia, sino también su ascenso social como “narcojúnior”. En este sentido, Aréchiga encarna lo que Sayak Valencia describe como un “narcoemprendedor”, un sujeto que innova, se adapta, asume riesgos y busca el crecimiento económico en un contexto donde se diluyen las fronteras entre lo legal e ilegal, colaborando tanto con otros criminales como con el aparato estatal.
[Leer más en: Estéticas necropolíticas en México: Corridos en la guerra contra el narco]
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