¿Le enseñó alguna vez el noreste de México a Sinaloa cómo tocar?

Por Martin Mulligan

Puede sonar provocador, pero es una pregunta necesaria: ¿le enseñó alguna vez el noreste de México a Sinaloa a cómo tocar? Desde la historia del corrido y la música norteña, la respuesta es sí.

Antes de que Sinaloa se convirtiera en la meca de la narcocultura y en el emporio de la música regional mexicana a partir de la década de 1970, fue el noreste —Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua y, con fuerza decisiva, Nuevo León— quien marcó la pauta sonora del sonido norteño en el país. Como ha documentado el Dr. Juan Carlos Ramírez-Pimienta, durante esos años los protagonistas del corrido ya eran sinaloenses, pero sus voces, sus himnos, seguían viniendo del noreste. Agrupaciones como Los Broncos de Reynosa, Luis y Julián, Los Bravos del Norte o Los Cachorros de Juan Villarreal fueron quienes comenzaron a narrar las primeras hazañas de los capos del noroeste. En otras palabras: Sinaloa tenía las historias, pero no todavía a sus bardos.

Ahí entra el legado de los compositores. Fue Paulino Vargas, originario de Durango, quien ocupa un lugar central como bisagra de ambas regiones, pues desde muy temprano en su carrera se trasladó a Reynosa, centro neurálgico de música norteña aún para la década de 1960. Vargas arquitecto de la narrativa clásica del corrido sinaloense moderno, fue él quien dotó a Los Tigres del Norte de sus primeros y esporádicos éxitos internacionales. Una agrupación nacida en Rosa Morada, Sinaloa, pero bautizada musicalmente en San José, California, con el verbo y el acordeón del noroeste, cantando ya a los personajes del Triángulo Dorado.

Medio siglo después, hoy la historia parece dar un giro. Tras la revolución sonora del Movimiento Alterado —surgido en la franja Culiacán–Tijuana–Los Ángeles— y el auge digital de los corridos tumbados, el acordeón del noreste ha comenzado a hacerse escuchar de nuevo. En el vacío que dejó la censura a los narcocorridos en 2007, y el declive del sonido alterado después de 2013, emergió la guitarra sierreña de Ariel Camacho, que marcó a toda una generación entre Culiacán y Los Ángeles. El acordeón, desplazado por el requinto y el lamento guitarrero, migró simbólicamente al noreste —a Tamaulipas, al sur de Texas, a McAllen— donde nuevas agrupaciones como Los Dos de Tamaulipas o Hermanos Espinoza han reconfigurado el sonido norteño alterado en una nueva versión: el norteño del Río Grande Valley.

Mientras la franja noroeste siguió la ruta digital del corrido tumbado —con epicentro simbólico en Culiacán y eco inmediato en Los Ángeles— el noreste optó por revitalizar el acordeón. Recuperó el fraseo punzante, los tonos bien marcados, la cadencia del bajo sexto. Se está gestando así una nueva escuela del corrido, que no niega la tradición, sino que la actualiza con el pulso de lo alterado. Un sonido híbrido que bebe tanto de la música de conjunto como de la vieja música norteña de las décadas de 1940 a 1960, incorporando los remanentes del movimiento alterado. Un acordeón que no le teme al vértigo digital de TikTok ni al algoritmo de Spotify, plataformas donde estas propuestas están desarrollando hoy su base de seguidores.

Culiacán, por su parte, mantiene una estética sonora visible y poderosa: ahí siguen agrupaciones como Marca Registrada, La Receta, Enigma Norteño o Panter Bélico, con sus camuflajes tácticos, rifles dorados y corridos bélicos como soundtrack de guerra simbólica. Un acordeón que pestañea hoy sin bandera, pero que alguna vez sonó al servicio de los mayos o de los chapos. Frente a eso, el noreste responde con una versión más austera, pero igualmente potente: un corrido de barrio, de acordeón recargado, que no busca disfrazarse de épica sino reafirmarse como herencia sonora.

Alguna vez el noreste le enseñó a Sinaloa cómo tocar. Y hoy, en pleno siglo XXI, el noreste le recuerda que la música norteña no es una marca registrada ni un estilo monolítico. Es una historia viva que vibra entre el rancho y el algoritmo, entre la tradición y la reinvención.


Posted

in

by

Tags:

Comments

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *